jueves, enero 3

llegó para irse


Llegó uno de esos días y dejó media copa llena de vino, unas tostadas y su queso azulmedioverdoso, olvidados sobre la mesa. Ese fue el último día que lo vieron por ahí.
Aquélla era noche de primavera en pleno junio, y alardeaba con sus ínfulas de plenilunio a las tantas almas ensombrecidas por los vestigios que dejó el verano unos meses atrás en las resolanas de los bailes compartidos, compases lejanos ya. Los besos, desentendidos unos de los otros surgieron así como se sucedían los días, desentendidos también. Con gallardía se avezaron en los recovecos del cuarto. Aunque la búsqueda mostraba el anhelo de una complicidad momentánea,  lo que dijo la realidad, el resto de la noche y la mañana, no fue otra cosa más que una ilusión de sonrisas hecha carne de intercambio. Con las asperezas necesarias, con los caballos cansados, ambos apacientan su destino, poco conocido y tanto por conocer, de tantas veces que jugarán lerdos en otros campos.

1 comentario:

  1. "...ilusión de sonrisas hecha carne de intercambio."

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