miércoles, octubre 31

rumores

Cuántas voces agolpadas
a la vera de un arrullo
que levanta, que despierta
suave grito entre las mantas,
y en el aire aturde
de vez en cuando,
un ronroneo feroz
de tardes lejanas
de un pasado rumor

lunes, octubre 29

el irrisorio cienpiés al que apodaban el rutilante, 
tardaba en llegar de esquina a esquina 
lo que un tártaro en pescar una corvina

jueves, octubre 25

«..y como los pájaros saben leer de una ojeada 
en el corazón de los hombres..» M.Denevi

Cuando pasó de noche ¡imposible!


¡Qué gran conmoción asoló a toda la capital! La gente desorbitada corría sin amparo buscando protección. Los perros desvariaban en carreras indefinidas mirándolo todo con ojos vidriados y hacia quién sabrá dónde. Todo apuntaba a una sola causa y la tristeza que producía en masa una gran desolación. Algo insólito cruzaba el tiempo centelleando sin dar respiro al transeúnte poco precavido que de traje u ojotas, eso igual daba, tropezaba incauto y ávido por salvar su vida…uf gran confusión asoló a Buenos Aires el día que granizó de noche. Fue por un 3 de octubre, aunque tranquilamente podría haber sido noviembre sin duda. También podría no haberlo sido. La verdad es que un día donde la primavera amenazaba con continuar sus versos más lindos y sus canciones sin viento, tuvo que hacerse de noche para que al fin terminase cada rincón bombardeado por la bestial templanza del granizo. No es  obviable para nada todo el trabajo posterior que arrastró a profesionales de todo el mundo analizar el fenómeno porteño. Sólo algunos conocen de otros días de similar talla, pero es mentira. El día que granizó de noche en Buenos Aires ocurrió una gran historia.
Cerca del cambio de siglo y, sin duda, cerca de todo. Sin embargo fue ahí  donde la relevancia pasó a cuarto plano y se acallaron las voces de los que sabían algo más. Siguió todo como si la mosca tan sólo volara fresca en verano. Siguió todo así sin más. El día que granizó de noche no lo olvidaré jamás, aunque no lo presencié, sé que estuve ahí. Hubo una historia hermosa, decía, que quedó en las primeras planas, y en las segundas acompañaba una triste resolución. Fue por el barrio de Pompeya donde la tristeza sin arrabal dio el presente, pero eso será motivo de contárselos en otro encuentro..

martes, octubre 23

las uñas

Soy las uñas que se parten
en cada barcito
al compás de un dos por cuatro
o de un milongón. 

Soy las uñas que quedan en el piso
olvidadas, desmerecidas
nadie les lleva el apunte
las pisotean 

Soy las uñas que volverán a crecer
en todo momento
en cada candombe 

En un repique intenso
que las volverá a partir
para que las vuelvan a ignorar
a cantar, a decir
y crezcan largas, eternas 

en otra canción..

domingo, octubre 21

de cara al río


Dicen que cuando se encuentran dos que no se conocen caminando frente a las vías de un tren que no pasa, con el sol que los acompaña casi flotando mientras charlan y lo miran (pa cerciorarse que esa caminata no forma parte de un sueño donde se encuentran dos que no se conocen, todavía) dicen que, al pasar frente a un naranjo, los azahares se abren y siguen con su perfume al sol, mientras ellos siguen charlando al costado de las vías de un tren que no pasa. Dicen también que los vieron mientras reían, mientras charlaban, mientras cantaban, mientras se conocían esos dos que no se conocen. Cuando los vieron pasaban frente al baldío de un pedregal donde se tomaron las manos, para segundos después soltárselas.
Y volvérselas a tomar.
 Esta historia la cuentan cada febrero cuando amanece los que están despiertos, los que los vieron caminar. También dicen que después se los vio pasar por el muelle que daba al río Luján, y que allí los vieron besarse. Dicen que estas son las historias que uno se imagina de cara al río cada vez que pasa por ahí alguna mañana de sol de febrero.

sábado, octubre 20

algarabías


¡Cuánta algarabía en estos días bolivianos! ¿Será por ese algo? ¿Será por este o por aquel? Quizá simplemente sea y hasta ahí; ya no más. Sucedió que todo se transformó en música; música en las paredes donde habito, música de tambores y de danzas. Las morenadas en las calles fueron fulgor de cielos chubascados que no pararon de rugir mientras la gente a merced del frío y el agua siguió bailando como si fuese aquella tarde la última vez, en sus trajes típicos, con todos sus culebrones a flor de piel. Y todo esto sonará a bolero, y es que los boleros existen y yo los conocí aquí, en estos últimos días bolivianos. Boleros de cinturas y matracas.

viernes, octubre 19

Dejadlos ladrar!


Tres guardianes del imperio y él, un arriesgado y gentil señor que conquistó los océanos nórdicos en busca de un tesoro que no se hizo esperar demasiado.
La historia data de los tiempos donde la luz poco alumbraba, aunque alcanzaba lo tenue de su calor para iluminar el camino de estos aventureros.
Tras venir en sus andanzas enfrentándose a las legiones de bárbaros desenfrenados en malicia, ocupáronse de apartar de su vía a quienes atracaron en viaje. Estos cuatro guardianes resistieron los ataques, los robos imprevistos, el hundimiento de la galera que obligólos a proseguir por tierra; y la audacia para tomar cada una de las tierras que prometían no ser la prometida, pero que llena de recursos y gente sencilla sin pretensiones, permitieron que estos cuatro normandos conquistadores continuaran su aventura. Que os calumnien! que os maldigan!¡Ladran, Sancho! Dejadlos en su lecho puberal, que solos callarán.

miércoles, octubre 17

cielo granizado

Nos inventamos un cielo. Sabíamos de antemano que no sería como los demás, éste lleno de nubes, por esa vez. La cosa tomó ciertos matices inesperados: los nubarrones se plantaron en un marroncito claro hasta que lo esperable ocurrió y entonces el estruendo. Luego la piñata de la sorpresa, y del cielo caía el granizado del helado de dulce de leche y vos abriste la puerta, me miraste superando mi sorpresa y sacaste la lengua. Tenías un bonete en el marote. Recibiste el dulzor de las alturas y entre comisuras chocolatosas sonreíste como hacía mucho no veía una sonrisa. Yo intenté algún aporte al asunto. Las palabras sobraron. Sé que vimos brujas por las paredes, aquellas brujas malvadas a las que nunca les di crédito. También vimos unos elefantes y algún que otro río. Hablamos de una tapa de revista portentosa; borrando nimiedades allí estabas vos sacando la lengua para el granizado, y sonriendo. Charlamos de Picasso y sus palomas coloridas. A mi me sorprendía que a vos no te sorprendiera que yo fuera escritor, pues siempre quisiste ser musa. Ojalá nunca perdamos el sentido del humor. Ojalá siempre sigamos perdiendo el sentido.

martes, octubre 16

primavera de abril


Y como si oír llover. No pasaba inadvertida cada una de las horas empeñadas en aturullarme el alma aquella víspera de un raro abril que se avecinaba con sus ínfulas de resguardo, al compás de un bolero solitario de tan olvidado que quedó.
Es el ir y venir de unos viajes por los recuerdos de una tierra extraña, por un pasado pluscoimperfecto que hace al nombre de alguien saber quién es sabiendo dónde estuvo parado y qué momento le tocó.
Abriles que caen uno tras otro pidiendo permiso para volver al lugar que alguna vez los vio partir con entusiasmo de juventud desconocida, con alegría de sensación a nuevo, con padeceres siempre por venir.
Una vez conocí la gracia de una sonrisa amanecida con las últimas resolanas, mágicas y certeras,  que anunciaban el letargo de la primavera en abril. A partir de ese entonces, camuflado entre escondrijos secretos, resurge un poco aquella gracia en los azahares de cada nueva alegría,
siempre por venir…

domingo, octubre 14

abuelos y lentejas


La tana se mandó unas lentejas como las que hacía la abuela, como las que hacía la nona en esos días de invierno y mediodía, con el pancito caliente y algunos condimentos que habría que cortarle las manos o el pelo para que los desembuche. Luego no preguntamos más, creo que preferimos ese misterio de antaño. Lo preferimos y en buena fé; para que ahora, como veinte años después, podamos seguir saboreándola en recovecos y momentos inesperados, siempre bienvenidos.

viernes, octubre 12

El Zambo


En día de lluvia
este malevo de ocasión 
de aristocrática alcurnia,
presumía los deslices que al desenfreno le arrastró 
allá por la vera del Maldonado,
esta historia que me contaron,
casi en secreto,
donde no hay facones por el medio,
tampoco mal de amores
y mucho menos riñas confraternas.
Juan Martín Zambe Justo,
el Zambito 
le decían aquellas voces.
Se paseaba en cueros los días de sol noble
temiéndole los peces,
crujiendo los ligustres
y desesperando comadres en plena edad,
y él como sí ná, che..
Por mucho menos deso
fue a dar al destacamento días atrás,
topándose, preso del momento,
con la Azucena,
sobrina del estanciero Ladislao Villazón.

miércoles, octubre 10

pegatinas

Fueron ciertos disimulos los que cargaron con las decepciones; tan profundas y filosas que los disimulos parecían provenientes de un principiante. – Y es que el amor es así – le contaba Margarita al Javier cuando salimos del jolgorio. En lo que a mí me compete, aquella noche había decidido salir a buscar señales; un rompecabezas y un péndulo, juntando pedacitos que se tambalean de un lado para el otro, mientras uno le inventa un sentido. Es divertido vean, que siempre suceden cosas, siempre hay hechos y momentos y conversaciones en las que uno puede poner la oreja espontáneamente y tomar de lo susurrado lo que le venga a la mente para entramarlo. Es más que un juego. Y es interesante ver como a veces se suceden las cadencias del relato, hechos y momentos en donde todo parece cobrar un sentido único y universalmente planteado para lo que se anda buscando; aún si ese algo es la sorpresa; frente la mirada dispersa del resto que a veces acude no solo proveyendo distracciones, sino haciendo aportes fantásticos al asunto y llenándolo de matices intensos. Son las noches lejos del remanso; y del ruido silencio, del baile, quietud, de los cuerpos sombras. Habrá un nuevo entramado más tarde, algún rompecabezas con sus piezas pulidas y ajadas. El secreto está en descubrir esas piezas y sacarle el jugo al naranjón; bellota frutal que exprime las mentes distraídas para que se encuentren en los relatos de quien salió a buscarla. Pieza por pieza, brindis por brindis.

martes, octubre 9

                                                                                               una luz y una sombra
                                                              bailan en la sonrisa de un obturador
                                                                                           mirando a quien envuelve y congela
                                                                                                                    ...dispara, ríe
y se empaña la lente

domingo, octubre 7

corridas

Se leía en un cartel de ocasión por algún recoveco del alto: “Mañana gran corrida de toros”. Y es que aquí también sucede: la sangre torera, la dominguera gana del hundimiento en resacas y olvidos. Para todo evento existe un antes. Para este también. Al toro lo hicieron tosco, casi humano. En una zanja de las afueras le crecieron las bolas, pesadas. Lo pasaron a buscar una tarde en uno de esos camiones que simulan los subtes colmados, o los embotellamientos. Le dieron una entrada dopada; primera, segunda y todo arrancaba nuevamente; como cada domingo, como cada lado b del folklore. El toro se las veía venir mientras el conductor sacaba el brazo rancio por la ventanilla, miraba alguna que otra damisela pasar y levantaba la nalga dándole salida a la flatulencia. No es ningún estereotipo; son algunas de lasverdades universales bolivianas. Que existen. Y se reproducen como aquellos pedos de pollo frito. Seis o siete cuadras quedaban antes de la llegada al sitio donde el toro correría con su sangre. Todo se disponía rutínicamente; la gente en las gradas esperando la mueca de diversión; el pibe de los boletos ganándose el mango; los toreros sudando la gota gorda, soñando con grandes ovaciones, grandeza; la condena del éxito. Cuando el camión se acercaba a las inmediaciones, un giro inesperado y el toro tomando carrera corre por el pasillo embistiendo cornudamente al conductor, atravesando el hierro de las paredes, el asiento, las propias entrañas del maquinista. Conmoción en el alto; los que andaban al paso vieron aquel cuerno hiriente y aguerrido, como un grito de liberación partir la complexión del conductor. Luego la sangre, los gritos, el volantazo y a la banquina. Rojo el vidrio, roja la muerte. Mientras se oían sollozos una turba enardecida corre hacia el camión con cuchillos, machetes y otros juguetes rabiosos para aniquilar al animal, para vengar al maniobrante que para ese entonces yacía sobre el volante chorreado, para complacer su domingo incompleto. Se aproximan, están cerca. Y cuando mil ceños estaban por darle injusticia al asunto, el toro abre los ojos, despliega unas alas multicolores y huye volando por los cielos, ante la mirada atónita de los vendedores de chicharrón, y de toda esa mala junta.

viernes, octubre 5

chacarera compañera

Era nomás cuestión de tiempo para que Merceditas diera finalmente con doña Eulogia Tapia; y llegó el tiempo, como debía ser, y dieron juntas. Ocurrió en el campo, como no podía ser de otra manera, y todas estas afirmaciones repetitivas no son en vano, si se trata de tal encuentro, de su puesta en común, de aquella nochecita de pampa y tinto. Se había juntado todo el pueblo, bebieron como peces, comieron mil asados; y cuando todos los primeros botones andaban desabrochados (se dice que hubo segundos y hasta terceros); el pampa tomó su guitarra y las estrellas como espuelas fueron fieles testigos de todas las tonadas que su voz arrojó. Hasta aquel entonces era una noche más, única; como todas esas noches: cierto es eso de que si se calla el cantor…
Los culebrones sucedían como era de esperarse; algunos mostraban los dientes cuando asechaban a su hembra, otros mostraron la faca; no pasó a mayores. Cuando la luna dio sombra al cerro y los niños agitados guardaron calma, aparecieron juntas, todo un acontecimiento inesperado. Se habían encontrado paseando; compartieron popularmente unas copas y despilfarraron anécdotas de llanto y miel. Así sin más, envalentonadas por las peripecias que la noche trae consigo, se largaron en caminata de tierra y alpargata hasta que, como suele suceder a menudo, vieron luz y entraron.
Merceditas y Eulogia Tapia bailaron chacareras hasta que se les rasgaron los vestidos, repiqueteando intensamente, agitando sus pañuelos. El folklore local se había inspirado en ellas casi por completo; aquella noche dieron cuenta del asunto. Las facas pasaron a manos de las mujeres campesinas, enervecidas hasta la médula por unos celos descomunales, y como para no estar así.. ustedes saben. Luego se amigaron con la situación, y bailaron.

Aquella noche no terminó jamás.

Aún se puede escuchar a lo lejos la alegría de tal encuentro. Los vasos nunca vacíos, los botones desabrochados, restos del asado en el mantel, brasas incandescentes, alaridos de una noche sin fin, en donde dieron juntas Merceditas y Eulogia Tapia.

El campo bailó chacarera.
El pueblo fue feliz, carnavaleando.

vidala compañera

Vidalita te canto
ahí donde sabré de vos
buscando entre los corrales,
entre mata y pasto,
tu amor.
Buscándote entre corrales
de mata y pasto,
mi amor.

Subías detrás del cerro
haciendo sueño de una canción,
dejando por el camino
muestras bravas de una traición.
Dejando por el camino
la bravas ganas de mi perdón.

Qué será de aquéllo
que al pueblo jamás volvió.
Por donde canto estos versos
pensándote en otro amor.
Por dónde estarán mis versos
que aquéllas noches tu cuerpo me dejó.

Vidala sos compañera
de vida y ansia de fulgor.
Vidala yo a ti te canto
que ya en poquito sabré de vos,
buscándote entre corrales
pa devolverte tu amor,
ahí mismo entre los corrales,
ahí donde amamos dos.

martes, octubre 2

zambita compañera

Me inundé de zambas sin quenas ni zampoñas,
allí cerca del río, tan lejos
hay un litoral leguero
no lastiman, no hacen daño
son brisa y laurel, como mi instrumento
mis manos rajadas del frío piden tu calor 
como aquella vez que te pedí la mano
por debajo de una mesita de bodegón