martes, agosto 21

Puro guapo el Negrito -la primera-


Ilustres baluartes de la música nacional, y popular, cruzaron las callecitas del barrio que, entre esperanzas y desolaciones atravesaron cuanta historia les fue posible. Tanto tango, tanta canción, tanta mancha en el callejón, y algún que otro acurrucado pensando en aquella rubia que lontano lo dejó.

Muchas calles, testigos privilegiados de cuanto borracho bonachón las pisara, de sus penas, de sus ganas y sus espantos; cuánto niño por ahí jugando con pelotas de colores de lo más sencillos, y sus trifulcas; las doñas con la bolsa de las compras, con sus compras adentro y unos cuantos suspiros de almacén.

Asusta a veces pensar en todas las hazañas de los cotidianos, de los foráneos, de los que pasaron y no conocieron qué es eso tan atractivo que mantiene a la gente despierta, con ganas de baldear la vereda un rato para charlar con la vecina, para lavar el auto, o sólo para salir a respirar el mezcladito de humedad con los jacarandases crecidos bien juntos, uno pegadito al otro en cada cuadra, una y cada una de las que vio crecer y crecer a uno de los amigos más amigos de la historia del barrio. ¡Qué personaje tan notable y noble el Negrito! ¡Qué corazón pleno en diferencias pequeñas con el del resto!

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