jueves, diciembre 1

y...de tanto inflar, pinché. IIII

Llegué. Pausado el camino, pero llegué. No sin sudar lo suficiente, ojo. No sin pensarlo más de una vez. Encima de todo, no sin vergüenza y sonrojado...no puedo decir, esta vez, que no pequé.Estos son los momentos en que uno merma y piensa un poco, asienta las ideas y se obliga a decir realmente por qué sigue insistiendo con lo mismo, ¡por qué! si no era necesario...por lo menos en ese momento, en ese día, la situación o lo que venga en gana. Pero a ver, y me da bronca pensarlo ahora, por qué correr, por qué desarrollar toda esa caterva de artilugios para evitarla, para no tentarme, para no volver a morder. Será cuestión de aprendizaje. Y conducta. Algún día quizá lo logre aunque, señores ¡tampoco es para tanto! ustedes sabrán comprender. Si al fin y al cabo, cada vez que pase, seguiré pidiendo siempre aquel chori glorioso que preparan en la parrillita del ñato José.

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No te guardes tus ocurrencias!